1- Háblanos de ti. ¿Quién hay detrás de @entre_tea? ¿A qué te dedicas?
Soy maestra en pedagogía inclusiva, docente en la Universidad Europea de Valencia, formadora en inclusión educativa y, como ya sabéis, creadora de las RRSS @entre_tea. Con un máster en Educación Especial y el corazón lleno de vocación, trabajo cada día por una escuela que abrace a todos. También soy mamá, soñadora e inquieta. Creo en una educación que escucha, respeta y transforma realidades. Actualmente trabajo en un aula específica como tutora.
2- ¿Cómo integras el Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) en tu práctica docente para atender a la diversidad del alumnado?
Trabajo en un aula específica y mi alumnado participa en sesiones de inclusión en aulas ordinarias. En esos momentos solemos usar el Aprendizaje Basado en Juegos, sobre todo con juegos de mesa adaptados, para que todos los niños y niñas —con diferentes niveles y necesidades— puedan aprender juntos de forma lúdica y participativa.
Considero que el juego nos permite adaptar qué queremos que aprendan, fomentar la cooperación y lograr que cada alumno/a se sienta incluido y motivado. A través de los juegos de mesa trabajamos habilidades como la atención, el lenguaje, el razonamiento o la resolución de problemas, pero también valores como el respeto, la espera de turnos y la empatía. Ver cómo aprenden y disfrutan juntos es una de las partes más bonitas de mi labor docente.
3- ¿Qué criterios sigues al seleccionar o diseñar juegos para tus talleres que fomenten la inclusión y el aprendizaje?
Al elegir o adaptar juegos para las sesiones o talleres en las aulas ordinarias (o en mi aula), el primer criterio que tengo en cuenta es que todos los alumnos y alumnas puedan participar, independientemente de sus características o NEAE. Busco juegos flexibles, que permitan diferentes niveles de dificultad y formas de jugar, para que cada peque pueda aportar desde sus fortalezas.
También valoro que los juegos trabajen objetivos concretos, tanto cognitivos (como el lenguaje, la atención o la lógica) como sociales y emocionales (como el trabajo en equipo, la empatía o la gestión de emociones). Siempre procuro que el juego no sea solo divertido, sino que tenga un propósito educativo.
Otro aspecto clave es que las instrucciones sean sencillas o se puedan adaptar con apoyos visuales, pictogramas o modelos. Y, por supuesto, me fijo en los intereses del grupo: si el juego les gusta, estarán más motivados y participarán con más ganas.
En resumen, busco que los juegos sean accesibles, significativos y que promuevan un entorno en el que todos y todas puedan aprender y disfrutar.
4- ¿Cómo involucras a las familias en el proceso educativo a través de los juegos y recursos que compartes?
Para mí, la colaboración con las familias es fundamental, y los juegos son una excelente forma de crear ese vínculo entre el aula y el hogar. Siempre que puedo, comparto con las familias ideas de juegos que usamos en clase, explicándoles cómo pueden adaptarlos en casa según las necesidades de su hijo o hija.
También elaboro materiales sencillos y visuales que puedan usar en casa, y en ocasiones les envío versiones adaptadas de juegos de mesa para reforzar ciertos aprendizajes de forma divertida. Además, les explico que no se trata de “jugar por jugar”, sino de aprovechar esos momentos para trabajar la atención, la comunicación, la resolución de problemas o las emociones.
Cuando las familias entienden el valor educativo del juego y se sienten parte del proceso, se genera una conexión muy positiva. Además, si en las familias hay hermanos o hermanas, esto cobra mayor importancia, porque fomentamos que compartan tiempo.
5- ¿Qué diferencias observas en la participación cuando usas juegos frente a otras metodologías educativas más tradicionales?
Cuando uso el juego como herramienta educativa, la participación del alumnado aumenta notablemente. Se muestran más motivados, implicados y con ganas de aprender. Incluso aquellos niños que normalmente enfrentan más barreras para concentrarse o comunicarse, se involucran mucho más cuando la actividad es lúdica y dinámica.
A diferencia de las metodologías más tradicionales, considero que con el juego se reduce la presión y se favorece un entorno más relajado y accesible. Aprenden casi sin darse cuenta, porque están disfrutando, compartiendo con sus compañeros/as y experimentando de forma activa.
Además, en el contexto de inclusión con el aula ordinaria, el juego equilibra las diferencias en el aprendizaje. No se trata solo de conocimientos, sino de participar, colaborar y construir juntos. Es una forma de aprendizaje mucho más vivencial e inclusiva.
6- En Zacatrus apostamos por el aprendizaje a través del juego de mesa ¿Usas algún juego más allá de su uso como herramienta en el aula?
En casa tenemos muchos juegos de mesa. Uno de los que más nos gustan es el Dixit y el Azul. Empezamos a jugar en el confinamiento. Es una manera de conectar, de reírnos juntos y de estimular la imaginación y un ambiente tranquilo. En concreto, me encanta cómo el Dixit permite que cada persona participe a su propio ritmo, algo que lo hace accesible para jugar con mis primos más pequeños o con mis abuelas.
7- ¿Qué tipo de habilidades inclusivas crees que se pueden entrenar especialmente bien a través de los juegos de mesa?
Una de las habilidades más importantes que se entrenan es la comunicación, ya que durante el juego los niños y niñas tienen que expresar ideas, seguir instrucciones y negociar turnos o decisiones.
También considero que se trabaja mucho la empatía y la convivencia, porque el juego les da la oportunidad de ponerse en el lugar del otro, aprender a ganar y perder, y respetar reglas comunes. En el aula ordinaria, en mi caso, esto es clave para que todos se sientan parte del grupo.
Otra habilidad importante es la autorregulación, tanto emocional como conductual. Esperar turnos, manejar la frustración o aceptar errores son aprendizajes que, en el juego, se trabajan de forma natural.
Además, los juegos de mesa fomentan el trabajo en equipo, la atención conjunta y la resolución de problemas, que son fundamentales en un entorno donde conviven alumnos con diferentes capacidades.
8- ¿Qué le dirías a un docente que quiere apostar por la pedagogía inclusiva pero no sabe cómo empezar a hacerlo con juegos de mesa?
Le diría que empiece poco a poco, sin miedo a equivocarse. No hace falta tener una gran colección de juegos ni saberlo todo al principio. Lo más importante es observar a tu grupo, conocer sus características, fortalezas y necesidades y adaptar el juego a ellos, no al revés.
Como primer paso, les diría que es importante elegir juegos sencillos, con reglas claras, que fomenten la cooperación (más que la competencia). Juegos como dominó, memory, “uno” adaptado o juegos de emparejar imágenes ya permiten trabajar muchas habilidades inclusivas, como la atención, la comunicación o la espera de turnos.
También le animaría a no centrarse solo en el resultado, sino en lo que ocurre durante el juego: cómo interactúan, cómo resuelven conflictos, cómo se apoyan. Ahí está el verdadero valor inclusivo.
Y, sobre todo, le diría que el juego rompe barreras: cuando nuestro alumnado juega, se olvidan de sus diferencias y empiezan a aprender unos de otros de forma natural. Es una manera preciosa y eficaz de construir inclusión desde lo cotidiano.
9- ¿Hay algo más que quieras comentar? ¿Alguna anécdota o curiosidad vivida a raíz de la inclusión del juego en la educación?
Sí, hay una anécdota que siempre me gusta compartir porque resume muy bien el valor del juego en un aula inclusiva. En una sesión con el aula ordinaria, estábamos jugando a un juego de mesa por equipos (si no recuerdo mal era el parchís matemático). Uno de mis alumnos, que normalmente tiene muchas dificultades para comunicarse (TEA), logró participar activamente gracias a que adaptamos las normas y usamos apoyos visuales (incluyendo en su comunicador los verbos concretos del juego: tirar, mover ficha, sumar, restar…). Sus compañeros y compañeras no solo lo incluyeron, sino que lo animaron y celebraron cada pequeño logro con muchísimo entusiasmo. La tutora del aula ordinaria y yo no podíamos parar de mirar, jeje.
Al final de la sesión, cuando concluimos con los juegos, vimos cómo los niños y niñas de su equipo comenzaron a tratar a mi alumno del aula específica de otra manera (no es que antes lo tratasen mal ni mucho menos). Lo reconocieron como un miembro valioso del equipo… lo “descubrieron” y eso para mí es lo más importante: el juego no solo favorece el aprendizaje, sino que crea espacios de respeto, apoyo y colaboración.