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Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ). El poder transformador de los juegos

Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ). El poder transformador de los juegos
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Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ). El poder transformador de los juegos

No hay duda. Jugar fomenta el desarrollo cognitivo de los más pequeños, así como el cuidado de la salud mental de los más mayores. El Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) se presenta como un apoyo fundamental para educadores, responsables sociales y profesionales de empresas. Pero, ¿cómo puede adaptarse a cada contexto?

 

ABJ en el aula. Cómo se equilibra la parte lúdica con la educativa

Los juegos tienen la capacidad de potenciar el aprendizaje, preparando al alumnado para los desafíos del futuro. Establecer un ambiente distendido les ayuda a adquirir las competencias preestablecidas en las guías docentes. Según Sara Suárez-Manzano, Dra. en Ciencias de la Educación, Maestra de Educación Primaria y profesora de Universidad en el Área de Didáctica de la Expresión Corporal, resulta “de gran importancia lograr el equilibrio entre la parte pedagógica y la lúdica”. Para llevarlos al aula, es vital que que te gusten y controles los juegos que vas a integrar porque, en sus propias palabras, “tanto la investigación educativa como los juegos de mesa evolucionan año tras año y a un gran ritmo”. De igual modo, el ABJ es una metodología activa en el aula con evidencias científicas que nos hablan de los beneficios del uso de juegos de mesa en la formación de niñas y niños. Algunos de estos beneficios destacados, según Suárez-Manzano, son: “aumento de las funciones ejecutivas, destacar la atención y la concentración, desarrollo de habilidades sociales e incremento del rendimiento académico”.

Asimismo, existen estudios que revelan que la utilización de juegos de mesa posibilita el fortalecimiento y desarrollo de habilidades emocionales, como la empatía y la capacidad de socializar con terceros. Sin embargo, la elección del juego idóneo para cada situación resulta vital, puesto que las mecánicas se adaptan de forma distinta en función de la persona. De este modo, “el docente tiene que hacer el esfuerzo de conocer a su alumnado, definir los objetivos y analizar los juegos”, indica Suárez-Manzano, analizando las diversas opciones existentes en el mercado. Si se da con el título apropiado para cada caso, a su vez, se lograrán mejoras conductuales relacionadas directamente con la impulsividad en la toma de decisiones o a respetar a los compañeros. 

Por consiguiente, que el profesorado viva su afición a los juegos de mesa más allá de su uso como herramienta en el aula es un plus que ayuda en su traslado a las escuelas. Conocer qué opinan los demás sobre un juego, estar al día de las novedades y, sobre todo, jugar. Todo suma (principalmente, jugar). Por ejemplo, Suárez-Manzano nos confiesa que el hecho de jugar a El Portero Baldomero, tanto para una quedada divertida como para dinámicas de cohesión de grupo, “fomenta el trabajo cooperativo, a parte de trabajar la oratoria, la atención, la concentración y la memoria”

 

ABJ e inclusión. Cómo aplicarlo con alumnos con necesidades educativas especiales

Un aspecto a tener muy en cuenta a la hora de aplicar el ABJ con el alumnado radica, precisamente, en establecer a los menores como alumnos únicos. Como nos comenta Raquel de Diego Pérez, Maestra en Audición y Lenguaje y Pedagogías Inclusivas, “todos los niños son diferentes, y el juego tiene la capacidad de adaptarse a esa diversidad de manera natural. Lo que hace al juego tan especial es que rompe barreras”. Todo ello resulta en el uso de una variedad de títulos en función de cada caso y, lo mejor de todo, es que los participantes se centran exclusivamente en pasarlo bien y no lo experimentan como algo arduo. “Con un juego puedo trabajar habilidades de comunicación en un alumno con dificultades lingüísticas, mientras que otro mejora su atención y un tercero aprende a regular sus emociones”, nos cuenta de Diego. El juego de mesa sirve, pues, como herramienta que se puede ajustar como anillo al dedo a lo que necesitan los peques, ya que tanto el reglamento como los propios componentes pueden diseñarse en función de las habilidades que se quieren potenciar. 

Para determinar si un juego cumple con las expectativas de cara al desarrollo de habilidades sociales y emocionales del alumnado (recordemos, sin centrarse únicamente en alumnos con necesidades concretas), factores como la comunicación, la cooperación o la resolución de problemas deben estar en la primera línea de prioridades. Como explica de Diego, “si el juego consigue captar su atención y mantenerlos involucrados, es mucho más probable que se convierta en una herramienta eficaz para desarrollar habilidades sociales y emocionales de forma natural y divertida”. Para lograr la implicación de estas personitas, lo más relevante, es el establecimiento de motivaciones y metas. “Siempre celebro sus logros, por pequeños que sean, para reforzar su confianza y mantener su entusiasmo por aprender mientras juegan”, atestigua. Y, para ello, lograr que las familias se involucren con sesiones de juegos en casa es un gran paso que consigue que los menores se sientan apoyados y que sus progenitores aprendan a detectar sus fortalezas y debilidades.

Eso sí, la aparición del ABJ como herramienta para el desarrollo de la enseñanza no quiere decir que venga a sustituir a los modelos de aprendizaje más conservadores. Hablamos de dos enfoques totalmente complementarios e, incluso, si se logra dar con un punto de equilibrio entre ambos, la experiencia del alumnado se verá enriquecida. Por un lado, el ABJ permite la adquisición y consolidación de habilidades y conceptos, mientras que los métodos tradicionales estructuran dicha adquisición.

 

ABJ en la empresa. Cómo se integra el juego en el entorno corporativo

A partir de aquí, reivindicamos el juego de mesa como elemento no solo para niños. Buena muestra de ello lo tenemos en las empresas, donde también se juega. Y es que cada día son más las organizaciones que se están sumando al uso de los juegos de mesa para potenciar el trabajo en equipo de sus empleados, además de su compromiso y motivación, sin límites ni prejuicios, demostrando que se puede, y se debe, jugar a cualquier edad. Según Ángela Periáñez Picón, dedicada a la Consultoría y Formación de Recursos Humanos, “con ello se logra crear un ambiente laboral más dinámico, donde la diversión está permitida y donde se produce una mayor interacción personal”. Como apasionada del desarrollo no solo profesional, sino personal, integra en sus programas formativos y de desarrollo de competencias profesionales en base al uso continuo de juegos de mesa en su propio entorno, lo cual le ayuda a “saber en primera persona si ese juego me podría venir bien en alguna sesión”

Por otro lado, a partir del uso de juegos se puede establecer un trabajo de simulación que contextualiza todo tipo de situaciones que acontecen en el ámbito empresarial, como así ocurre en los procesos de búsqueda de empleo; para, en palabras de Periáñez, “llevarlo a la práctica en un entorno similar al real, pero más seguro, lo cual ayuda a desarrollar o entrenar habilidades propias del contexto”. Y es que, trabajando la parte lúdica, podemos establecer una conexión con nuestras capacidades creativas.

Pero también es reseñable la contribución del ABJ para mitigar las necesidades en cuanto a la inteligencia emocional, pues fomentan que los empleados se abran más y expresen sus emociones, a la vez que les enseñan a gestionarlas adecuadamente. Ejemplo de ello, según Periáñez, es el juego Ikonikus, el cual “siempre me acompaña en las formaciones que realizo sobre esta temática”. Todo ello es capaz de influir positivamente en el ambiente laboral, así como en el desarrollo del talento.

 

Conclusiones sobre el impacto del ABJ como elemento de unión

Tras mostraros estos tres perfiles, queda claro que el aprendizaje puede ser algo no sólo divertido, sino estimulante. Que el juego de mesa contribuya a ello es algo que nos inspira a mejorar y a sacar a la luz juegos que piensen en la dinamización del proceso de divertir enseñando, yendo de la mano de profesionales de la educación o la psicología, entre otros. A raíz del ABJ, el juego moderno ha venido para quedarse en las aulas y las organizaciones. Es más, gracias a él se puede lograr que el juego de mesa siga rompiendo barreras en lo concerniente al aprendizaje más allá de entornos concretos y, al mismo tiempo, siga integrándose en todos los ámbitos de la sociedad. Es un motor de inclusión.

 

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